La Prof. Antònia Galmés Truyols fue la distinguida profesional que pronunció una sesión científica sobre las vacunaciones en las mujeres gestantes, la cual tuvo lugar el pasado martes 5 d’abril de 2016 en la sede de la Reial Acadèmia de Medicina de les Illes Balears en la calle Can Campaner de Palma.
La prestigiosa entidad, en colaboración con la Vicepresidència y Conselleria de Presidencia del Gobierno autonómico, organizó la conferencia titulada “Vacunacions i dona embarassada”. Abrió la sesión el Presidente de la RAMIB, Dr. Macià Tomàs Salvà.
La Dra. Antònia Galmés Truyols es coordinadora autonòmica de vacunas de la Conselleria de Salut. Su excepcional trayectoria profesional ha conseguido numerosas publicacions y participacions científicas, anunciadas durante la presentación de nuestra ponente a cargo de su amigo y professor de los cursos de doctorado, el académico Dr. Miguel Munar-Qués. Después de la magnífica exposición y un interesante debate, el presidente de la Reial Acadèmia de Medicina, Dr. Macià Tomàs Salvà, cerró la sesión científica.
La Dra. Sampol disertó sobre la vacunación durante el embarazo, objeto de especial preocupación referida principalmente a la seguridad del embrión y el feto. El objetivo de esta sesión fue la presentación de la evidencia disponible respecto a eficacia y seguridad de las vacunas y a la carga de la enfermedad de las principales infecciones prevenibles por vacunación durante el embarazo, tanto por la madre como para el hijo.
En cuanto a la carga de la enfermedad en la mujer, los cambios fisiológicos del embarazo la hacen más vulnerable a ciertas infecciones y aumentan el riesgo de complicaciones y formas graves de la enfermedad, con mayor frecuencia cuando se trata de mujeres con comorbilidad. Por otro lado, es muy sabido que ciertas infecciones causan malformaciones fetales, abortos, partos prematuros y otras complicaciones del embarazo. Finalmente, el bebé y el lactante de pocos meses de vida son especialmente vulnerables a infecciones, sobre todo si se trata de niños prematuros, de bajo peso o con alguna patología. Además, son edades a las cuales los niños están desprotegidos si no es por los anticuerpos maternos y la mayoría de las vacunas no se pueden administrar hasta que tienen unos meses de edad. La vacunación de la madre les proporciona anticuerpos específicos vía transplacentaria que los protegerán contra infecciones durante los primeros meses de vida.
Respecto de la seguridad, podemos dividir las vacunas en dos grandes grupos. Las inactivadas, que no son capaces de replicar la infección, tienen un bajo riesgo de reacciones adversas. En unas, las más ampliamente utilizadas, hay evidencia clara de seguridad tanto para la madre como para el hijo. En otros, de uso más restringido o más nuevo, la evidencia no es suficiente para afirmar que no hay riesgo pero tampoco hay lo contrario; éstas se tienen que usar en circunstancias específicas, tanto por riesgo de complicaciones en mujeres con comorbilidades como por riesgo elevado de exposición al agente. De algunas vacunas la información disponible es muy escasa o inexistente, de forma que no se tienen que utilizar hasta al tener más conocimientos sobre la seguridad.
El otro grupo, las vacunas atenuadas, están elaboradas con virus vivos que se replican y reproducen la infección natural a pesar de que sean muy atenuadas, de forma que el riesgo teórico para el embrión y el feto está presente; aún así, las vacunaciones accidentales en embarazadas, casi siempre antes de saber de su estado, no ha demostrado que este riesgo sea real. Sin embargo, las vacunas inactivadas siguen estando contraindicadas durante el embarazo.
La eficacia de las vacunaciones durante el embarazo se ha demostrado elevada. Para la mujer, de manera similar al resto de adultos de la misma edad, con mejor balance riesgo/beneficio desde el momento que el riesgo de complicaciones en la embarazada en general es más alto que en el resto de población comparable por edad y comorbilidad. La vacunación, al evitar la enfermedad materna, evita también complicaciones del embarazo y la transmisión vertical como en el caso de la hepatitis B. Finalmente, hay evidencia clara que los anticuerpos maternos protegen enfrente a ciertas infecciones, como son el tétano neonatal, la gripe o la tos ferina.